A su juicio, la gente está sumida en el miedo, y todo el mundo conoce a alguien que ha sido víctima de un asalto, robo, agresión sexual y piensa que el turno propio puede llegar, expresó.
Gómez lamentó que el problema sea reducido a definir la delincuencia como el producto de antisociales a quienes les gusta lo fácil; vagancia, placer, droga, dinero, sexo y juego.
Esa, subrayó, es la visión reduccionista para responder a las consecuencias, y no a las causas que dan origen al problema.
Comentó que los grupos vulnerables, de quienes ni trabajan ni estudian, pero crecen y viven dentro de la inequidad social, acumulan actitudes emocionales negativas.
Entre ellas citó la frustración, la rabia, la ira, el resentimiento social, la pobre identidad, la ausencia de vínculos y de sentido de pertenencia, el odio y la desesperanza.
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Moderados, no dañar las buenas costumbres de las familias,pero con toda la libertad.